Botox, ácido hialurónico, cocktail de vitaminas... Hay un sinfín de técnicas para retrasar los temidos efectos del paso del tiempo. Lo último: utilizar tus propias plaquetas para regenerar tu piel. El método es sencillo: se extrae la sangre del paciente (como en un análisis rutinario) y se separan las plaquetas mediante un centrifugado. Entonces, éstas se infiltran en cara, cuello y escote, haciendo hincapié en las zonas más estropeadas y que necesitan firmeza, tersura, luminosidad...
Este tratamiento repara, restaura y regenera los tejidos. Y lo mejor es que no puede provocar reacciones alérgicas, ya que se trabaja con elementos del propio organismo. Y tras el procedimiento puedes seguir con tu vida normal, sin contraindicaciones.
Los resultados se perciben a los 15-20 días. Las arrugas se atenúan y la piel se vuelve más elástica, firme y luminosa.
Es importante que recuerdes que para ésta o cualquier otra intervención médico-estética debes acudir a un profesional acreditado. Al fin y al cabo, no hay belleza sin salud!!
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